Mucho se ha dicho, muchos se han colgado la etiqueta queriendo ser admirados de algo que no hicieron pero que les daba existencia en este medio, permitiéndoles pertenecer a "algo", pero que lastimó y dañó lo que pudo haber sido una gran industria o destruyendo lo que había y que, mal que bien, daba trabajo a muchos artistas.
Por increíble que parezca todo lo que aquí narraré, es real.
(Más adelante postearé algunos videos: los estamos preparando).
Por el año de 1987 conocí a una persona que fue el causante de envolverme en ese mundo fantástico que desconocía y que, junto con él, llenó mi vida: Oscar González Loyo.
Yo me dedicaba al medio del espectáculo, salí del primer Festival Nacional Valores Juveniles Bacardí. Siempre tuve la sensación de hacer algo para los niños, sin embargo, esto se presentó de manera sencilla (pero eso es otra historia). Me gustaba cantar, bailar y actuar; desde pequeña hacía mis monólogos o combinaba un diálogo en donde yo misma me contestaba, escribía mis guiones siempre con un contexto social y con moralejas, en fin.
Buscando trabajo encontré un anuncio en el periódico ECOS de ciudad Satélite, en donde mencionaban que necesitaban una modelo para un dibujante de historieta. Curiosamente me llamó la atención y concerté una cita: era la casa de Oscar. Al verlo sentí una gran atracción y sucedió algo que no sabía muy bien cómo explicar. Oscar siempre decente, me trato increíblemente, pero su energía y su manera de ser eran tan especiales pero tan fuera de lo común que llamaron mi atención.
Aquella vez fue divertido porque me pidió hacer algunos gestos y posiciones de manos exageradas que él interpretaría con algunas heroínas de sus historias, y algo de actuación congelada.
Después de la sesión, al fin curiosa, platicamos de lo que él hacía y fue entonces cuando conocí este mundo del noveno arte, me enseñó las grabaciones y fotografías que tenía de sus visitas a la Convención de San Diego, Cal., la Comic Con, lo que me asombró. ¡Jamás creí que existera tal mundo, pues en México ni se veía, bueno, ni se sabía que había tal!
Era increíble ver a toda esa gente disfrazada formada para entrar al recinto en donde se hacían grandes filas; a los artistas firmando y toda una industria llena de elementos de fantasía y ciencia ficción.
Buscando trabajo encontré un anuncio en el periódico ECOS de ciudad Satélite, en donde mencionaban que necesitaban una modelo para un dibujante de historieta. Curiosamente me llamó la atención y concerté una cita: era la casa de Oscar. Al verlo sentí una gran atracción y sucedió algo que no sabía muy bien cómo explicar. Oscar siempre decente, me trato increíblemente, pero su energía y su manera de ser eran tan especiales pero tan fuera de lo común que llamaron mi atención.
Aquella vez fue divertido porque me pidió hacer algunos gestos y posiciones de manos exageradas que él interpretaría con algunas heroínas de sus historias, y algo de actuación congelada.
Después de la sesión, al fin curiosa, platicamos de lo que él hacía y fue entonces cuando conocí este mundo del noveno arte, me enseñó las grabaciones y fotografías que tenía de sus visitas a la Convención de San Diego, Cal., la Comic Con, lo que me asombró. ¡Jamás creí que existera tal mundo, pues en México ni se veía, bueno, ni se sabía que había tal!
Era increíble ver a toda esa gente disfrazada formada para entrar al recinto en donde se hacían grandes filas; a los artistas firmando y toda una industria llena de elementos de fantasía y ciencia ficción.
Cuando me retiré, nunca pensé que el rumbo de mi vida hubiera cambiado tan determinantemente.
La segunda ocasión fui con uno de mis hermanos, cuando Oscar abrió la puerta ambos se sorprendieron al verse:
-¿Y 'ora, tú que haces aquí? Preguntó mi hermano.
- Pues aquí vivo, ¿y tú que haces aquí?, preguntó Oscar.
- Es mi hermana. Oscar se asombró y a ambos les dió gusto.
Así que yo también salí sorprendida y fue un momento chusco en donde reímos los tres.
Con el paso del tiempo y atando cabos, nos dimos cuenta que él y yo siempre estuvimos en líneas paralelas: alguna vez él llegó a mi casa pero se quedó esperando en la puerta y me vio en mi bicicleta cuando él acudía a la secundaria que quedaba frente a mi casa, y curiosamente iba en el mismo salón que mi hermano, de echo eran amigos. Yo aún estaba en la primaria.
En otra ocasión acompañé a mi hermano al Estudio de Fernando Ruiz, pues en ese entonces quería dedicarse al dibujo animado. Recuerdo muy bien haber visto a Oscar dando la espalda hacia mí; al conocerlo, ¡era la misma vibración!
Nuestros amigos de alguna manera tenían que ver con ambos, total, resultamos ser almas gemelas (pero eso... es otra historia).
La segunda ocasión fui con uno de mis hermanos, cuando Oscar abrió la puerta ambos se sorprendieron al verse:
-¿Y 'ora, tú que haces aquí? Preguntó mi hermano.
- Pues aquí vivo, ¿y tú que haces aquí?, preguntó Oscar.
- Es mi hermana. Oscar se asombró y a ambos les dió gusto.
Así que yo también salí sorprendida y fue un momento chusco en donde reímos los tres.
Con el paso del tiempo y atando cabos, nos dimos cuenta que él y yo siempre estuvimos en líneas paralelas: alguna vez él llegó a mi casa pero se quedó esperando en la puerta y me vio en mi bicicleta cuando él acudía a la secundaria que quedaba frente a mi casa, y curiosamente iba en el mismo salón que mi hermano, de echo eran amigos. Yo aún estaba en la primaria.
En otra ocasión acompañé a mi hermano al Estudio de Fernando Ruiz, pues en ese entonces quería dedicarse al dibujo animado. Recuerdo muy bien haber visto a Oscar dando la espalda hacia mí; al conocerlo, ¡era la misma vibración!
Nuestros amigos de alguna manera tenían que ver con ambos, total, resultamos ser almas gemelas (pero eso... es otra historia).
Con el tiempo, Oscar me tenía al tanto de lo que pasaba con Karmatrón, de los problemas que había con la distribución de voceadores, hasta que un día me llamó para decirme que la revista la habían sacado de circulación. ¡Fue un golpe muy duro para él y para su familia! Yo le di animos y mi apoyo, ¿qué más podía hacer!
La editoriales establecidas ya en ese tiempo estaban decayendo con las Sensacionales de..., se perdían los temas familiares y los artistas eran explotados pues los editores se aprovechaban de las necesidades de éstos.
(Después supimos que para darles trabajo, uno de los editores de una de estas editoriales, aventaba una patineta hacia los dibujantes que esperaban sentados en el pasillo y si la patineta tocaba a alguno de ellos, éste era llamado para ver si le daban chamba, pero los dibujantes no hicieron nada por evitar esa degradación, y luchar por sus derechos).
Éste y otras cosas más como la ínfima paga, la falta de respeto por el derecho de autor, la nula distribución, etc., hicieron que Oscar y su papá se revelaran contra el sistema y empezaran una lucha para redimir a los artistas y empezar un movimiento que desató toda una gama de situaciones.
Afortunadamente yo me uní al comienzo de esto, y digo afortunadamente porque pude vivir, constatar y apoyar esta cruzada junto al lado de mi esposo.
Al no poder seguir con la historieta tradicional en voceadores, Oscar encontró a una señora que se "unió" a la causa: Julieta Ríos, y formaron Editorial Antea (1992), así Oscar, buscando seguir al aire editó la primera Novela Gráfica Mexicana: Karmatrón y Los Transformables para entrar en librerías, pues antes sólo aceptaban Asterix, Mafalda y Rius.
Como era de esperarse, no fue fácil y más siendo un producto mexicano. Oscar y una servidora, íbamos a las librerías con la pila de Novelas para promoverlas. En una de las tiendas, el gerente nos negó la entrada de Karmatrón pero al salir del lugar, dos lectores pasaron al mismo tiempo que salíamos y emocionados nos compraron dos Novelas, ¡en la calle, en la entrada de la tienda!; el gerente, quien nos siguió hasta la puerta, de mala gana nos pidió 20 Novelas. Así entramos y entró el cómic mexicano independiente en formato Novela Gráfica, a las librerías.
Oscar decidió distribuir el material a locales cerrados por la distribuidora CITEM, pero de nueva cuenta sucedió lo mismo: esperábamos las devoluciones de los diez mil ejemplares "distribuidos" pero se nos hacia raro que no llamaran para avisarnos, así que estuvimos llamando para ir por ellas a lo que nos daban largas. Era época de lluvia y así estuvimos un mes hasta que nos dijeron que ya habían llegado y que podíamos pasar por ellas.
Al llegar a la distribuidora, el señor Jorge Velazco, nos recibió en su oficina, Oscar y mi suegro conocían a este señor, era una relación añeja del mismo gremio, tenía su computadora (la cual dedujimos estaba preparada) para decirnos que el cómic ya no era negocio, que nos dedicáramos a otra cosa porque ya no se vendía, y nos enseñó en su pantalla datos de lo que supuestamente era la venta de La Muerte de Superman, de Editorial Vid, en donde se veía que sólo se había vendido el 20% del total además, detrás de nosotros, en el piso, recargados en la pared, estaban algunas portadas de Chanoc, ya que esta distribuidora estaba preparando la salida de dicha historieta. Si supuestamente ya no era negocio, ¿por qué estaba preparando la salida de Chanoc? Después supimos por boca del mismo dibujante Ángel Mora, que él personalmente fue a preguntar al expendio:
-Quiero que me digan la verdad, ¿van a distribuir bien mi revista?, o mejor no la saco.
A lo que le respondieron:
-Eso no depende de nosotros, nosotros recibimos órdenes de allá arriba, ¿ve esos paquetes que están allá? Tenemos prohibido distribuirlos: Era Karmatrón.
Y como reitero, antes mal que bien, sí había una hermandad, Angel nos llamó para comentarnos lo sucedido y estaba decepcionado, era mejor no hacer nada si no había esa seguridad, pero sí salió al aire.
Nosotros sabíamos que los datos de esa computadora estaban manipulados porque el dueño de la imprenta donde se imprimía la revista, Georgio Torelli, era el compadre de mi suegro y había un tiraje muy grande de La Muerte de Superman los cuales se habían agotado y en ese momento mientras hablábamos con el señor Velazco, se estaba imprimiendo la segunda edición.
Después de esta conversación nos pasaron a la bodega para recoger nuestras Novelas: ¡Estaban todas mojadas! durante el mes que estuvimos llamando para recogerlas las tenían afuera de la bodega mojándose. Algunas al tocarlas se deshacían: ¡Cien mil pesos tirados a la basura!
-- ¡Nos mojaron las revistas! Espetó Oscar con coraje.
-- Nosotros no las mojamos--, comentó el encargado, -La lluvia las mojó.
-- ¡Pues esto no nos va a detener!, concluyó Oscar determinantemente.
La editoriales establecidas ya en ese tiempo estaban decayendo con las Sensacionales de..., se perdían los temas familiares y los artistas eran explotados pues los editores se aprovechaban de las necesidades de éstos.
(Después supimos que para darles trabajo, uno de los editores de una de estas editoriales, aventaba una patineta hacia los dibujantes que esperaban sentados en el pasillo y si la patineta tocaba a alguno de ellos, éste era llamado para ver si le daban chamba, pero los dibujantes no hicieron nada por evitar esa degradación, y luchar por sus derechos).
Éste y otras cosas más como la ínfima paga, la falta de respeto por el derecho de autor, la nula distribución, etc., hicieron que Oscar y su papá se revelaran contra el sistema y empezaran una lucha para redimir a los artistas y empezar un movimiento que desató toda una gama de situaciones.
Afortunadamente yo me uní al comienzo de esto, y digo afortunadamente porque pude vivir, constatar y apoyar esta cruzada junto al lado de mi esposo.
(Izq) En el programa de radio, Comics SA: J.G. Holguín, Martín Arceo,
Oscar, yo, Oscar papá, Salvador Cuauhtlatzollin, una amiga (ups) y Carlos Tron. (Dere.) La Conque.
Oscar, yo, Oscar papá, Salvador Cuauhtlatzollin, una amiga (ups) y Carlos Tron. (Dere.) La Conque.
(Izq.) Oscar con Steve Leialoha, y abajo con Stan Lee y esposa. (Dere.) Con June Lockard, de la serie: Perdidos en el Espacio.
Autografiando un original de los personajes de
Plaza Sésamo, para Matt Groening; en la Comic Con,
San Diego, Cal.
Plaza Sésamo, para Matt Groening; en la Comic Con,
San Diego, Cal.
Al no poder seguir con la historieta tradicional en voceadores, Oscar encontró a una señora que se "unió" a la causa: Julieta Ríos, y formaron Editorial Antea (1992), así Oscar, buscando seguir al aire editó la primera Novela Gráfica Mexicana: Karmatrón y Los Transformables para entrar en librerías, pues antes sólo aceptaban Asterix, Mafalda y Rius.
Como era de esperarse, no fue fácil y más siendo un producto mexicano. Oscar y una servidora, íbamos a las librerías con la pila de Novelas para promoverlas. En una de las tiendas, el gerente nos negó la entrada de Karmatrón pero al salir del lugar, dos lectores pasaron al mismo tiempo que salíamos y emocionados nos compraron dos Novelas, ¡en la calle, en la entrada de la tienda!; el gerente, quien nos siguió hasta la puerta, de mala gana nos pidió 20 Novelas. Así entramos y entró el cómic mexicano independiente en formato Novela Gráfica, a las librerías.
Oscar decidió distribuir el material a locales cerrados por la distribuidora CITEM, pero de nueva cuenta sucedió lo mismo: esperábamos las devoluciones de los diez mil ejemplares "distribuidos" pero se nos hacia raro que no llamaran para avisarnos, así que estuvimos llamando para ir por ellas a lo que nos daban largas. Era época de lluvia y así estuvimos un mes hasta que nos dijeron que ya habían llegado y que podíamos pasar por ellas.
Al llegar a la distribuidora, el señor Jorge Velazco, nos recibió en su oficina, Oscar y mi suegro conocían a este señor, era una relación añeja del mismo gremio, tenía su computadora (la cual dedujimos estaba preparada) para decirnos que el cómic ya no era negocio, que nos dedicáramos a otra cosa porque ya no se vendía, y nos enseñó en su pantalla datos de lo que supuestamente era la venta de La Muerte de Superman, de Editorial Vid, en donde se veía que sólo se había vendido el 20% del total además, detrás de nosotros, en el piso, recargados en la pared, estaban algunas portadas de Chanoc, ya que esta distribuidora estaba preparando la salida de dicha historieta. Si supuestamente ya no era negocio, ¿por qué estaba preparando la salida de Chanoc? Después supimos por boca del mismo dibujante Ángel Mora, que él personalmente fue a preguntar al expendio:
-Quiero que me digan la verdad, ¿van a distribuir bien mi revista?, o mejor no la saco.
A lo que le respondieron:
-Eso no depende de nosotros, nosotros recibimos órdenes de allá arriba, ¿ve esos paquetes que están allá? Tenemos prohibido distribuirlos: Era Karmatrón.
Y como reitero, antes mal que bien, sí había una hermandad, Angel nos llamó para comentarnos lo sucedido y estaba decepcionado, era mejor no hacer nada si no había esa seguridad, pero sí salió al aire.
Nosotros sabíamos que los datos de esa computadora estaban manipulados porque el dueño de la imprenta donde se imprimía la revista, Georgio Torelli, era el compadre de mi suegro y había un tiraje muy grande de La Muerte de Superman los cuales se habían agotado y en ese momento mientras hablábamos con el señor Velazco, se estaba imprimiendo la segunda edición.
Después de esta conversación nos pasaron a la bodega para recoger nuestras Novelas: ¡Estaban todas mojadas! durante el mes que estuvimos llamando para recogerlas las tenían afuera de la bodega mojándose. Algunas al tocarlas se deshacían: ¡Cien mil pesos tirados a la basura!
-- ¡Nos mojaron las revistas! Espetó Oscar con coraje.
-- Nosotros no las mojamos--, comentó el encargado, -La lluvia las mojó.
-- ¡Pues esto no nos va a detener!, concluyó Oscar determinantemente.
2 comentarios:
Gracias por compartir estas anecdotas. La realidad de este pais en la industria comic tiene lo suyo, esta sobreviviendo y para levantarla se requerira mucho trabajo, y cuando se den pasos y se materialicen proyectos tendran un inmenso valor porque costo mucho llegar ahi. Así que, como Susy ya forma parte de la historia del comic nacional muchos tendran, como ella, ese momento que cambiara el rumbo de su vida.el momento de vivir sus sueños.
Hola cidd33:
Muchas gracias por tus comentarios.
Tienes razón, al nosotros decidir tomar el reto de esta odisea, sabíamos que serían años de lucha, y un largo y accidentado camino pero lo importante es hacerlo.
Esperemos que cuando viva mis sueños sean los sueños de los demás, que comenzó con el sueño de Oscar.
Un abrazo.
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