Cada fin de año, todos los Kaboones le escribimos a Santa K! y le dejamos nuestras cartas en el árbol de Navidad. Este año no fue la excepción, cada uno de nosotros escribimos con gran entusiasmo nuestros deseos.
Como Santa K! sabe que algunos de los integrantes pasan la navidad en casa de sus papás, nos adelanta la Navidad y este año estuvo lleno de emoción y felicidad, como los anteriores.
Realmente los Kaboones siempre han sido muy luchones, trabajadores, ofrecen su apoyo moral cuando se necesita, así como una sonrisa en épocas tristes o un jalón de orejas cuando es necesario, siempre han sido una verdadera familia sin envidias ni recelos, y ése, es el mayor regalo que se pudiera tener.
Y qué decir de nuestros hermanitos quienes siempre nos demuestran tanto cariño y lealtad que con sus juegos y fiestas nos alegran el día, ellos son integrantes importantes de nuestra familia.
Así que Santa K! nos trajo los regalos que pedimos al tiempo que, como niños, los esperábamos ansiosos. Alrededor del árbolito de navidad los abrimos y hubo, incluso, quien gritó de emoción...
bueno... ¡todos gritamos y nos emocionamos al ver la felicidad de unos y otros!
¡No existe mayor felicidad, que ver la felicidad de otros!
Y no faltó el delicioso pavo navideño, a la mantequilla... ¡de casi 14 kilos!
Gracias al Gran Espíritu que podemos saborear estos momentos.
Yo en lo personal puedo decir que me siento plena al tener a mi lado a tan valiosa familia: a nuestros amigos que también forman parte de esta familia K! y quienes, aunque viven en diferentes partes del mundo, eso no nos limita para estar unidos; a mi hijo Ángel de quien me siento orgullosa por su gran corazón y sus logros con el paso de los años; a mi querido esposo Oscar de quien no sólo estoy orgullosa y admiro tanto, cierra mi otra mitad al ser mi alma gemela y por lo tanto no puedo decir que estoy solamente enamorada, simplemente somos la misma esencia, el amor queda muy corto para poder expresarlo como lo que en realidad es, la esencia es algo tan sublime que muchos lo llamarían utopía.
Doy gracias al Gran Espíritu por permitirme encontrar a mi otra mitad y tener a mi familia espiritual.
Realmente los Kaboones siempre han sido muy luchones, trabajadores, ofrecen su apoyo moral cuando se necesita, así como una sonrisa en épocas tristes o un jalón de orejas cuando es necesario, siempre han sido una verdadera familia sin envidias ni recelos, y ése, es el mayor regalo que se pudiera tener.
Y qué decir de nuestros hermanitos quienes siempre nos demuestran tanto cariño y lealtad que con sus juegos y fiestas nos alegran el día, ellos son integrantes importantes de nuestra familia.
Así que Santa K! nos trajo los regalos que pedimos al tiempo que, como niños, los esperábamos ansiosos. Alrededor del árbolito de navidad los abrimos y hubo, incluso, quien gritó de emoción...
bueno... ¡todos gritamos y nos emocionamos al ver la felicidad de unos y otros!
¡No existe mayor felicidad, que ver la felicidad de otros!
Y no faltó el delicioso pavo navideño, a la mantequilla... ¡de casi 14 kilos!
Gracias al Gran Espíritu que podemos saborear estos momentos.
Yo en lo personal puedo decir que me siento plena al tener a mi lado a tan valiosa familia: a nuestros amigos que también forman parte de esta familia K! y quienes, aunque viven en diferentes partes del mundo, eso no nos limita para estar unidos; a mi hijo Ángel de quien me siento orgullosa por su gran corazón y sus logros con el paso de los años; a mi querido esposo Oscar de quien no sólo estoy orgullosa y admiro tanto, cierra mi otra mitad al ser mi alma gemela y por lo tanto no puedo decir que estoy solamente enamorada, simplemente somos la misma esencia, el amor queda muy corto para poder expresarlo como lo que en realidad es, la esencia es algo tan sublime que muchos lo llamarían utopía.
Doy gracias al Gran Espíritu por permitirme encontrar a mi otra mitad y tener a mi familia espiritual.
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